martes, 9 de diciembre de 2014
Prohibir minicasinos mejoraría salud mental de niños
Las 250 mil máquinas tragamonedas o “minicasinos”, que pululan en farmacias, tiendas, mercados, negocios de videojuegos e incluso en la vía pública del territorio mexicano son peligrosas para los niños, ya que su uso constante puede convertirlas en reforzadores emocionales permanentes para los infantes, a falta de aceptación social o cariño familiar.
El doctor Óscar Galicia, investigador del departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, afirmó lo anterior en el marco de la discusión de la nueva Ley de Juegos de Apuestas y Sorteos, que se analiza esta semana en la Cámara de Diputados.
Entre las disposiciones que busca aplicar esta nueva ley se encuentra la prohibición de los “minicasinos”, máquinas tragamonedas ilegales, de origen chino, con el fin de evitar el lavado de dinero, el juego ilícito y combatir la ludopatía, que no sólo afecta a los adultos, sino a los niños.
Este tipo de juegos de azar, que prometen recompensas económicas de forma fácil e inmediata, es depredadora de personas con carencias importantes, gente con pocas pertenencias, poco cariño o reconocimiento social, que poseen "un cerebro sediento de ser reforzado de forma constante", apuntó el experto.
El investigador, quien coordina el Laboratorio de Neurociencias de la Ibero, indicó que si bien el proceso a nivel cerebral es semejante en niños y adultos, el cerebro del niño se encuentra en desarrollo, por lo que su funcionamiento no está establecido del todo. De este modo, hábitos como participar en juegos de apuestas se pueden volver procesos fijos de reforzamiento emocional para el resto de su vida.
Los seres humanos, al igual que casi cualquier organismo, funcionan con base en sistemas de recompensa. Así, una conducta tiene mayor o menor probabilidad de suceder dependiendo del efecto de recompensa o castigo que conlleve, dijo.
“La recompensa que se da de manera intermitente (como en las máquinas tragamonedas) es uno de los sistemas más poderosos para mantener una conducta. Es el más eficiente para que una persona se mantenga durante mucho tiempo realizando una conducta, pues ésta sabe que su recompensa le va a llegar, aunque no sepa el momento exacto”, apuntó el doctor Galicia.
Así, un cerebro que busca ser recompensado por su entorno encuentra en la emoción de la posibilidad de ganar “en grande” y en el dinero resultante un poderoso refuerzo secundario que a su vez puede abrirle paso a cubrir necesidades básicas como la comida, el sexo o el aprecio social que no obtiene de forma natural.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)