Francisco V. Galán, director de Medio Universitario
UIA
De repente se puso de moda. ¿Qué hay de malo con la moda? La verdad sí hay mucho de malo. Durante su dominio es una tirana absoluta. Quien no viste, habla, se comporta, come, lee, etc., así, está perdido, afuera, en el pasado, en la insignificancia. Todavía eso lo paso, pero lo peor es después de la resaca, ya que ahora la moda anterior es lo más insignificante y sin valor que hay.
Son como aquellas novias que uno tanto amó y que por alguna razón no funcionó, o bien lo dejaron a uno. Donde sólo había complacencia ahora sólo hay reproches. Eso está pasando con la “responsabilidad social”. La palabra no es mala, por el contrario es bastante buena, es muy completa, permite incluir matices profundos. Filantropía no compite con ella.
Programas sociales, acción social, promoción, ayuda, solidaridad, civismo, ética, coherencia, integridad. La responsabilidad social incluye esos matices y aún más. En las propuestas hacia el ISO 26000 se están considerando siete rubros. Nosotros en la Asociación de Universidades Jesuitas de América Latina (AUSJAL) estamos hablando de cinco dimensiones o impactos.
La palabra combina muy bien la coherencia y cuidado de lo interno de una organización, con la atención a los deberes cívicos, el medio ambiente, la incorporación y promoción de los excluidos.
Pero se puso de moda. Ahora las empresas se quieren certificar como socialmente responsables. Las compañías más lucrativas en los negocios más mercantilizados de lo humano apoyan al TELETON o a causas socialmente responsables.
Pero se puso de moda. Ahora las empresas se quieren certificar como socialmente responsables. Las compañías más lucrativas en los negocios más mercantilizados de lo humano apoyan al TELETON o a causas socialmente responsables.
Tal vez veamos una asociación de pederastas construyendo un orfanatorio. No sé por qué me quejo si la ambigüedad es el pan nuestro de cada día, si somos una sociedad que olvida rápida y fácilmente las atrocidades del góber precioso y su círculo de amigos. (Y por favor que algún lector no me ponga en el extremo mnemotécnico de Martín Esparza de decir que hacía su marcha el 5 de diciembre porque él sí tenía memoria histórica de los sucesos de ¡¡¡ 1911 ¡!!).
En la cresta de la ola, ahora viene el lucro de las certificadoras y “promotoras” de la responsabilidad social empresarial. Los gobiernos de los estados organizan sus ferias y encuentros. Las universidades nos peleamos por ver quién está a la cabeza en acciones sociales.
Surgen organizaciones que compiten por el pastel ¡Cómo si fuera para presumir lo que nos debería dar vergüenza!
¿No hay nada bueno en esta moda? Sí, sí veo cosas buenas. Lo dije el otro día en una reunión de las que están de moda. Hay empresas un poco más serias en el tema que quieren eficiencia también en el manejo de los recursos que invierten en la moda y en cierta liberación de la presión fiscal. (¿No sería más responsable pagar los impuestos?) Esa exigencia de eficiencia, sí ha traído ventajas.
Hay buenos proyectos que se están promoviendo y que sí están beneficiando a grupos vulnerables. Hay historias de éxito. Son muy pocas, son completamente insuficientes, y casi no se están replicando, pero existen. ¡Y en este país!
Ya lo dije mi temor no es ahora, mi angustia es cuando en cinco o seis años la moda cobre su nueva víctima y entonces pensemos que hicimos bien en no tomarnos tan en serio la responsabilidad social, que hicimos bien en conformarnos con nuestro maquillaje y nuestros lentes para el sol. Para que tanto brinco si ya hay voces científicas de que el cambio climático quizás no es culpa nuestra…..
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