La
ingesta de alimentos en puestos callejeros informales trae consigo
enfermedades que provocan un ausentismo que afecta la asistencia y
productividad
de las personas con un empleo formal, opinó el maestro Roberto Sánchez
de la Vara, coordinador de la Maestría en Administración de la
Universidad Iberoamericana.
Además
el que cinco millones de mexicanos coman en puestos informales
callejeros (de acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de
Restaurantes y
Alimentos Condimentados), sin regulación ni medidas sanitarias, es un
perjuicio muy grande para la economía formal, en virtud de que no puede
competir en precio contra ese tipo de oferta.
Sin
embargo, esos puestos informales que muchas veces se improvisan en las
cajuelas de coches, camionetas e incluso bicicletas, parecen gozar de
amplio
éxito, por la alta proliferación que han tenido en ciertas áreas de la
ciudad de México, como la zona corporativa de Santa Fe, y por tener
clientes a la hora de la ingesta de los alimentos, sea por la mañana, a
mediodía o por la tarde.
Mas
no sólo recurren a esos puestos gente de escasos recursos e ingresos,
como los albañiles de diversas obras en construcción, sino también
personas
que conducen sus autos, que a veces hasta se estacionan en doble fila
para comer ahí donde las condiciones de higiene son deplorables, añadió
el maestro Sánchez.
No
obstante, el académico del Departamento de Estudios Empresariales de la
Ibero reconoció que por lo menos en lo que corresponde a Santa Fe esos
puestos
callejeros atienden a una necesidad de las personas, pues si quisieran
comer en un restaurante tipo cafetería en esta zona deberían tener un
sueldo considerable que les permita gastarse entre 150 y180 pesos
diarios en comida.
De
ahí que esta situación brinde una oportunidad de negocio a comedores
industriales que podrían brindar sus servicios, vía concesión, en
múltiples edificios
corporativos, para que sus empleados consuman sus alimentos dentro de
los inmuebles donde están sus oficinas, pero a un precio razonable.