Por Alfonso Mendiola Mejía, catedrático de la Ibero
Llegue al salón para dar mi curso de los martes. Como siempre platique con los alumnos antes de iniciar la clase. Se acercaba el momento de comenzar cuando noté que un alumno no había llegado. Me sorprendió porque se trataba de alguien que nunca había faltado después de dos meses de clases.
De pronto ella llega y se me acerca para decirme que ese alumno, del cual me sorprendía que no se encontrara en el salón, se había ido a su tierra porque -la mala suerte- sus padres habían estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sus papás con la nieta se habían visto envueltos en un ataque del narcotráfico a las instalaciones de un periódico. Este atentado consistió en la explosión de dos granadas y en el uso de varias armas. ¿Cuáles fueron las consecuencias que sufrieron los familiares del alumno?
La niña, la nieta, recibió un rozón en el rostro. La abuela, una serie de cristales en el cuerpo provocado por la fragmentación de las ventanas del inmueble. El abuelo, al quedarse en el coche, recibió una ráfaga de ametralladora. Por suerte ninguno de ellos perdió la vida, solo sufrieron una multiplicidad de heridas. Todo este evento fue minimizado al describirlo como un simple atentado.
La frase con la que recibió la noticia el estudiante fue la siguiente: “el coche de tu abuelo quedo destrozado por una ráfaga de balas”. De donde se infería, con toda probabilidad, que podría estar muerto. Por suerte el abuelo, milagrosamente, solo tenía heridas en los brazos.
Mi alumno se ausentó por una semana de la clase. Al reintegrarse al curso me hacía saber que estos atentados se habían convertido en algo habitual. La vigilancia de la ciudad se hacía con tanques que recorrían las calles. Algo que me sorprendió fue que me contaba como las probabilidades de encontrarse en un fuego cruzada eran altas. La vida nocturna de la ciudad había desaparecido, pues era común llegar a la casa antes de las nueve.
Lo extraordinario es lo normal; el sentirse seguro es lo imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario