Eduardo Bueno León
Académico de la Universidad Iberoamericana
Los zurdos siempre nos han llamado la atención por su excepcionalidad, y por estar asociados a creencias acerca de su inteligencia significado. Antaño los niños que nacían usando la mano izquierda eran “reentrenados” en las escuelas para que se acostumbraran a usar la mano derecha. Se les ataba la mano izquierda y se les obligaba a usar la derecha. De por medio también estaba cuidar lo que ahora se llama “la calidad” del producto, la ampliación de posibilidades para lograr un buen matrimonio.
Era la tortura occidental equivalente a los “pies pequeños chinos”, una costumbre de la China del Imperio de lograr que las niñas tuvieran pies pequeños, símbolo de elegancia y estética. Se ataban los plúmbeos piececillos y se les amarraba de forma permanente hasta lograr la deformación, o como en algunas culturas americanas y del norte de África cuando se colocaban moldes de madera a los niños en la cabeza para darles una dirección vertical aplanada.
Se creía entonces que un niño o una niña zurda era un mal augurio, expresión de alguna misteriosa fatalidad oculta. Se le vinculaba a cosas de brujas, de gente rara que adquiría compromisos con el diablo. Ni hablar si el infante zurdo era pretendiente de alguna corona en alguna monarquía europea premoderna; podía desencadenar guerras sucesorias.
Para otras culturas, al contrario el zurdo era heraldo de buena suerte, de excelentes perspectivas para la comunidad o el pueblo.
El hecho es que los zurdos no pasaban inadvertidos, sobre todo al momento de la escritura. En la escuela, ¿cuántas veces hemos asomado la cabeza entre los hombros de los zurdos para cerciorarnos de que escriben bien? Los trazos del zurdo tienen una connotación mágica para los niños. La rareza, lo extraño, la marca identificadora.
En México según una encuesta realizada por el grupo Mitofsky, 10.5 por ciento de los entrevistados admitió ser zurdo, con una ligera concentración en los hombres y entre los 30 y 49 años de edad. Y en una proyección estadística se detectó que en tres de cada 10 viviendas en México, vive al menos una persona zurda. También habría que agregar a 3.5 por ciento de los encuestados que admitieron el uso de ambas manos con absoluta normalidad, y un sospechoso 1.7 por ciento de encuestados que no supieron qué contestar.
Entonces si sumamos los zurdos y los ambidiestros (que usan ambas manos), podemos decir que casi 15 por ciento de los mexicanos poseen esta rara habilidad que algunos neurólogos identifican como distorsiones de las célebres esferas cerebrales.
Pero los zurdos comenzaron a ser reivindicados en la modernidad cuando se conoció que Leonardo da Vinci fue zurdo, lo mismo que Mozart, y más recientemente Albert Einstein o actores como Tom Cruise, Robert de Niro o la cantante Madonna. En la actualidad, existen sitios web para zurdos, tiendas, excursiones. Y se ha difundido el rumor que viven menos.
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