miércoles, 13 de enero de 2010

Hablar por teléfono


Alfonso Mendiola

Departamento de Historia, UIA


¿Cómo ha cambiado la evolución del teléfono la toma de decisiones? Para pensar esto debemos comenzar por la conversación más natural: la que realizamos con otra persona en un mismo lugar. Si nos detenemos en la comunicación cara a cara, debemos sacar la conclusión de que una decisión se tomaba, por dos personas o un grupo, en un espacio particular: la sala de juntas.


La sala de juntas obligaba a planear con anticipación las reuniones y el tiempo que iban a durar. Por otro lado implicaba el desplazarse de la casa al lugar de la reunión. Si añadimos que no había teléfono, las reuniones se tenían que programar con mucha anticipación y por un largo periodo.


Lo anterior significa lo siguiente: todos los participantes en la toma de decisión sabía que tenían que verse todos, y digo todos, los jueves de fin de mes a una hora determinada y en la sala de juntas. Pensemos el tiempo que eso implicaba y la planeación que exigía. Hay algo que quiero destacar de esta forma de tomar decisiones: los cuerpos y los rostros se hacían presentes. La gente se sentaba alrededor de una mesa y se veían los rostros unos a otros.

Después vino el teléfono fijo. A partir de ese momento las personas se podía citar de una semana a otra, es decir, las juntas no estaban calendarizadas, podían ser en cualquier momento. Los participantes podían saber con anticipación lo que se iba a tratar en cada reunión. Aún más, haber conversado con algunos de los participantes para llevar una propuesta común. De alguna forma la junta estaba preparada en sus contenidos de manera previa. Un límite era que no se podía encontrar a las personas en cualquier momento y cualquier lugar, pues el teléfono estaba o en la casa o en la oficina. Las personas no estaban al alcance en cualquier lugar y en cualquier momento. De alguna forma había que anticipar las cosas, nada al momento.

Finalmente llegó el teléfono móvil o celular, y lo vino a cambiar todo. Mientras que la llamada al teléfono fijo comenzaba por “bueno”, “con quien hablo”, “se encuentra tal persona”, etcétera. El teléfono móvil o celular construye una forma de comunicación absolutamente inédita.


La conversación comienza por la enigmática pregunta “en dónde te encuentras”, pues el móvil posibilita la ubicuidad absoluta. Para entender lo anterior bastaría con que cada lector pensara en que lugares ha contestado su celular: el coche, caminado por una pasillo, en un restaurante, en un cine, etcétera. La segunda pregunta es “puedes hablar, no te interrumpo”.


Todo los lugares en que se podría estar cuando se contesta un celular hacen que transformemos nuestra concepción de la comunicación. ¿Quién no ha visto a personas caminando por una calle y hablando por el celular? Ahora estamos a disposición permanente todo el tiempo. Hay de aquel que no conteste su celular. Estamos ante un mundo de la disposición absoluta. Este invento ha construido un mundo de la toma de decisiones totalmente nuevo.


En cualquier momento se puede tomar o cambiar una decisión. Hemos entrado en el mundo del tiempo cero, es decir, todo se hace al momento. El mundo del teléfono celular es el mundo donde sólo existe el presente inmediato, ya no hay pasado ni futura. El teléfono móvil como el imperialismo del presente. Por todo lo dicho, hagamos un homenaje, en este diciembre, a los hombres que se toman su tiempo para reflexionar con calma lo que deben hacer.

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