miércoles, 4 de abril de 2012

¿Resignificar la cuaresma?

En estas fechas próximas a la semana santa, sentimientos, imágenes y recuerdos de infancia se agitan en mi corazón: los sacerdotes maristas nos narraban, casi histriónicamente, la pasión que tuvo que padecer Cristo por nuestra salvación. Nos exhortaban a abstenernos de decir malas palabras, de no tomar refrescos o simplemente de no ser desobedientes con nuestros padres, como una preparación para mantener el Domingo de Resurrección. La ancianas vestidas de luto, engalanadas con sus chales negros tejidos a gancho, con una profunda expresión de sufrimiento y dolor, se arremolinadas en la iglesia del pueblo para pedir perdón por todo lo que tuvo que padecer Dios Nuestro Señor por nuestros pecados. Los santos cubiertos con sendas telas moradas y el cese del sonido de las campanas del templo, como señal de recogimiento y luto.
¡Cómo se ha transformado este entorno ritual y de simbolismo religioso hoy en nuestros días! Me pregunto hasta qué punto reconocemos el verdadero origen y significado de la Cuaresma, según la evolución del concepto desde las propias “tradiciones de los hombres”.
El objetivo original de la Cuaresma fue el de preparar al hombre para la muerte, reflexionar sobre su proceder y existencia impermanente, a través de la celebración de la muerte y resurrección de Cristo. Según David C. Pack, los cristianos primitivos celebraron la Semana Santa a la par de la Pascua judía, que podía caer en lunes o sábado. No fue sino hasta el año 325 de nuestra era, que el concilio ecuménico de Nicea decidió que la Pascua debería de celebrarse en domingo, día de la resurrección de Jesús. De esta manera, a partir del siglo cuarto y de cada día Miércoles de Cenizas hasta el Domingo de Resurrección, se estableció el simbolismo de marcar la frente y ayunar por 40 días, emulando así los 40 días de ayuno en el desierto por Jesucristo.
Es un hecho inefable que la Cuaresma nunca fue observada por Cristo o sus apóstoles. Él sin embargo y al parecer, les instruyó a que observaran la Pascua y los Días de Panes sin levadura, como un período de preparación intensiva al Bautismo, que se celebraba en la noche de Pascua.
La semana santa en el siglo XXI, se ha reducido prácticamente a un periodo de descanso vacacional. El hombre de hoy es un tanto autosuficiente y algo olvidado de Dios, confiamos demasiado en la razón y poco en la fe. La cuaresma puede ser una oportunidad para reflexionar nuestra manera de estar, meditar y mejorar nuestras vidas, cambiar el corazón. La Cuaresma debe tener un significado más amplio que un mero recuerdo, y un sentido sobrenatural inmensamente más grande que la mera evocación de la estadía de Jesús en el desierto. Una nueva oportunidad de renovación en comunidad.

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